domingo, 8 de abril de 2012

Eres el reflejo de la sonrisa de la luna. Eres la estrella que destaca sobre las demás en una noche estrellada. Eres el rayo de sol que intenta surgir en un día lluvioso. Eres el regalo más grande que me fue dado. Eres el presente más esperado, el más deseado, el más soñado, el más rezado, el más buscado, el mejor presente que Dios me ha otorgado. Disfruto cada hora, cada minuto, cada segundo que estoy junto a ti, me siento la persona más afortunada del mundo. Me inspiras tranquilidad, paz, sosiego y solo espero con ansia el momento de besarte, notar tu agradable aliento y tus cuidados dientes y sentir tus dulces labios junto a los míos.
Vas y vienes a mi corazón como una abeja va a su colmena. Vas haciendo paradas en distintas estaciones de mi alma como un tren de cercanías pasa por las paradas indicadas. Ocupas cada uno de los recovecos de mi mente, que se evaporan como agua en una hoya hirviendo al verte coquetear con otros, pero no te das cuenta de que mi corazón sufre una experiencia abrasiva de malestar parecida a la de estrujar un paño empapado de agua hasta que se queda seco y arrugado al haberle quitado hasta la ultima gota.